La Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), bautizada en amistoso intercambio entre los mandatarios del área, es un paso trascendental hacia la independencia latinoamericana. Conviene subrayarlo: no se trata de otra sigla más respecto a anteriores esfuerzos, constreñidos a la retórica o, en todo caso, a grandes negocios para unos pocos, sino de un empeño ya avanzado en la práctica con iniciativas que involucran a varios de los más importantes estados congregados en la segunda Cumbre Energética Sudamericana, celebrada en la isla venezolana de Margarita. Cimentado por la voluntad de integración en este sector de enorme trascendencia geopolítica, los 12 gobiernos involucrados han declarado el acceso a la energía un derecho de los pueblos sobre la base de la complementación, destinado a promover el bienestar de los seres humanos, así como a erradicar la pobreza y las asimetrías económicas. En contraste con la absorción recolonizadora por el gran capital estadunidense proyectada en la fenecida Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA), si se examina cuidadosamente la Declaración de Margarita se comprobará que en ella no hay ni resto de neoliberalismo. Los mandatarios hicieron suyas otras acciones de integración energética como Petrocaribe, con la que Caracas entrega crudo en condiciones preferenciales a naciones bañadas por ese mar. Pilar del rumbo independiente adoptado lo es el Banco del Sur, que ya incluye a Buenos Aires, Asunción, La Paz, Quito, Brasilia y Caracas, con el objetivo antineoliberal de canalizar al desarrollo las reservas internacionales y librarse de la esquilmadora banca del norte. También las acciones comunes, entre ellas el Gasoducto Transguajiro Colombia-Venezuela, las refinerías que junto a este país construirán empresas conjuntas con Brasil, Ecuador y Paraguay, el Gran Gasoducto del Sur que desde el Caribe venezolano enviará combustible a Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina, y la bien acogida propuesta de Hugo Chávez de elaborar un Tratado Energético Sudamericano, que recibió aportaciones como el desarrollo de fuentes alternativas para asegurar el suministro a largo plazo.
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